Se usa cuando alguien anda travieso, con ganas de hacer bromas pesadas pero sin mala leche, nomás para cotorrear y ver el caos leve. Es como traer al diablito en el hombro susurrando ideas tontas todo el día. No es maldad seria, más bien picardía juguetona de esas que luego se cuentan entre risas.
"Hoy ando de diablito, le cambié el azúcar por sal en la oficina y hasta le escondí las llaves del coche al licenciado, todos andan bien sacados de onda."