Se dice cuando alguien te trata como su mandadero, casi como su sirviente barato, haciéndote hacer favores y recados que no te tocan ni por asomo. Es como si fueras el llokalla de la película, el que corre para todos mientras los demás se rascan. Y la verdad, a veces da bronca pero también tiene su toque gracioso.
"Che, ya es la tercera vez que voy a la tienda por tu gaseosa, dejá de usarme de llokalla y levantá vos ese culo de la silla."