Se usa cuando alguien está sin un centavo, más pelado que rodilla de chola y contando las monedas para el bus. Es como decir que la billetera está en coma y la cuenta bancaria en cuidados intensivos. Básicamente, andas tan misio que hasta el cajero se ríe de ti, aunque a veces tiene su gracia trágica.
"Ñaño, ni me invites al carrete, estoy tocando bola tan feo que ando fiando hasta las empanadas de la esquina."