Nombre que se le da a esa jugada clásica donde alguien sale con una intención muy sana, tipo comprar solo verduras, y vuelve cargado de chicharrones bien grasosos. La gracia está en cómo se justifica, como si todo hubiera sido inevitable. Es la excusa perfecta para pecar con la panza tranquila, y la verdad, quién se resiste.
"Mi viejita otra vez con su Teoría del chicharrón: juró que iba por papas al mercado y ha regresado con medio kilo de chicharrón, camote frito y hasta su gaseosa bien helada."