En Quindío se usa para hablar de la persona que anda llevando y trayendo chismes de una casa a otra, como si fuera mensajero del sapeo. Es el típico que no puede ver un secreto quieto porque le pican las ganas de contarlo. Es medio fastidioso, pero también da risa ver cómo arma novela con cualquier bobada.

"Deje de repartir entrecasa, mija, que por andar contando el chisme ya hasta la vecina de la esquina sabe que peleé con mi novio por una empanada fría."

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