Se usa para hablar de esa puntada de hambre traicionera que te agarra de golpe, casi siempre en plena siesta o cuando estás tirado sin haber almorzado bien. Es como si el estómago se pusiera en modo protesta y te dijera que dejés de hacerte el loco y le metas algo sólido urgente. Y la verdad, tiene su gracia.
"Me tiré a dormir la siesta bien tranquilo y a la media hora el rango'i me levantó de un salto, ya me imaginaba un lomito completo con papas y una gaseosa bien helada, che."