Se usa para decir que algo es facilísimo, tan sencillo que cualquiera lo hace sin despeinarse ni sudar una gota. Es como cuando ves una tarea y piensas que está regalada, casi una broma. Muy típica en Venezuela para restarle importancia al esfuerzo, y la verdad es que suena sabroso decirlo.
"Ese examen de matemáticas estuvo qué mamey, chamo, estudié diez minutos en el recreo y aun así saqué mejor nota que el empollón del salón."