Se usa cuando alguien se la juega con algo medio arriesgado y le sale perfecto, como mandarse una jugada jugadísima y terminar parado de manos en la gloria. Es una mezcla de sorpresa, aprobación y un poco de envidia sana. Básicamente es decir que el intento fue un golazo y que el riesgo valió totalmente la pena.
"Te mandaste a rendir sin estudiar nada, chamuyaste al profe media hora, te puso un diez y saliste silbando bajito del aula, ¡probaste!"