Se usa cuando alguien decide de golpe ponerse a dieta súper estricta, casi siempre después de atascarse de garnachas o en Año Nuevo. Es esa promesa solemne de comer lechuga y tomar agua con limón que normalmente se rompe en cuanto alguien propone ir por tacos o aparece un pan dulce bien sabroso. Y hay que admitir que la autoengaño-dieta tiene su encanto.
"Ayer juré ponerme a plan después de tragarme la pizza familiar yo solo, pero en cuanto olí los tacos al pastor en la esquina se me olvidó la dieta bien rápido."