Se dice cuando alguien se pone a comer con ganas, sin vergüenza ninguna, como si llevara tres días a pan y agua. La imagen es la de un rebaño en el prao, todo feliz, dándole duro a la hierba sin parar. Es muy de casa de aldea, de mesa llena y de repetir plato sin pensárselo mucho, que así sabe mejor.
"Trajo mi güela una pota de fabada que olía a gloria bendita y en cuanto la puso en la mesa nos pusimos a pacer todos, callados, sudando chorizo y sin dejar ni una faba viva en el plato"