En Ayacucho se usa para hablar de esas mañanas frías y resbalosas en las que el barro, el hielo o la lluvia te dejan caminando todo torpe y a punto de irte de cara. Es como estar con la pata floja, medio chueca, sin firmeza. Y sí, suele pasar justo cuando más apurado vas, porque la vida es así de bromista.

"He salido apurado al mercado, la pista estaba bien patachoca, casi me saco la miércoles delante de la caserita que siempre me fía las papitas."

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