Se usa cuando algo te deja con el ojo cuadrado, ya sea por lo impresionante, lo exagerado o lo inesperado. El clásico no manches mexicano se mezcla con el mi rey para sonar más cercano, chistoso y medio tirando buena onda. Es como decir que no te la crees, pero con cariño y sabor bien sureño.
"¿Supiste que el Chuy llegó en chanclas a la boda y aún así ligó con la dama de honor? ¡No manches, mi rey, ese vato no conoce la vergüenza!"