En el norte de Santander se usa para cuando alguien se queda escuchando a otra persona que habla y habla, casi siempre con cuentos inflados, chismes dudosos o historias que suenan a pura carreta. Es como ponerle atención a algo que sabes que es medio mentira, pero igual te quedas ahí de sapo. Y la verdad, a veces hasta entretiene.
"Ahí estaba yo, leyendo carreta a la vecina que juraba que la habían llamado de Hollywood para hacer novela, y yo por dentro pensando que ni para extra en comercial de empanadas la llaman."