Se usa cuando alguien se prepara mentalmente para una situación tensa, pelea o cacho complicado, como que se arma de valor y se pone en modo batalla. Viene de la idea de recogerse el pelo antes de entrar al combate. Es muy de acá, bien dramática, y hay que admitir que tiene su encanto cuando uno ya está chato.
"Loco, cuando caché que el jefe venía a retarme por llegar tarde otra vez, me junté el moño, respiré hondo y entré a la oficina como si fuera final de teleserie."