Se dice cuando alguien está reventado, sin fuerzas, hecho polvo total, como si lo hubieran usado de alfombra en las fiestas del pueblo. Es ese cansancio que ni el café, ni la siesta, ni el aire manchego te arreglan. Vamos, que estás para que te recojan con pala y te aparquen en el sofá sin fecha de salida.
"Entre la verbena, los churros a las seis y ayudar a recoger las sillas de la plaza, hoy estoy p'al arrastre, ni para ir a por el pan llego."