Se usa cuando estás reventado, sin energía, como si te hubieran pasado por encima diez buses y luego te hubieran puesto a subir el Chimborazo cargando ladrillos. Es ese cansancio brutal físico o mental que ya ni café, ni cola, ni nada te levanta. Y la verdad, todos hemos estado así más de una vez.
"Ñaño, después de aguantar el trole lleno, hacer deberes hasta la madrugada y madrugar otra vez, llegué a la casa hecho pedazos y me quedé dormido con los zapatos puestos en el sillón."