Se usa para decir que alguien anda con prisas, todo acelerado, como si fuera cargado de pinolillo y mil pendientes encima. Es esa persona que nunca se detiene, vive corriendo de un lado a otro y parece que el día le queda corto. Y hay que admitir que la expresión tiene su sabrosura bien nica.
"Dejá de andar a pinolillo, maje, venite a sentar un rato que ni el gallo pinto te terminás de comer."