Se usa cuando alguien pide algo prestado con toda la pinta de no devolverlo pronto, o de plano nunca. Es como ese amigo que pide la chaqueta, el libro o la consola y se hace el loco cada vez que le recuerdas. Suena medio chistoso, pero toca andar pilas, porque el canazo a veces se vuelve donación involuntaria.
"Oye, parcero, ¿me puedo echar un canazo con tu bici este finde? Es que la mía quedó más vuelta nada que el internet del barrio cuando llueve."