En Santander, echarse las onces es la sagrada merienda de media tarde, cuando el cuerpo ya está pidiendo algo rico y el alma también. Puede ser café con leche, arepitas, pan, lo que haya por ahí. Es como un mini festín cotidiano para recargar pilas y chismosear un rato, que la vida sin onces sería tristísima.

"Parce, saliendo del trabajo nos vamos donde la tía Marta a echarnos las onces con arepitas, chocolate bien espeso y todo el chisme del barrio incluido"

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