Expresión muy manchega para hablar de una siesta larga, profunda y gloriosa, de esas que te dejan nuevo y con la marca de la almohada en la cara. Se suele decir después de una comida potente con vino, migas o gazpachos manchegos. Es la siesta seria, la profesional, la que hasta los pastores respetan y casi habría que declarar patrimonio.
"Madre mía, entre las migas, el queso curado y el vinazo, me voy a echar la siesta del cordero, que como me llame el jefe ni me entero hasta mañana por la tarde"