Se usa para calmar a alguien o cuando una situación lleva drama innecesario. La expresión viene de la idea de que unos cuantos granos de yodo curan cualquier herida, así que mejor aplícale a esas emociones exageradas.
"María se estresó por el examen, pero yo le dije: 'Tranquila, mija, ¡échale yodo!'"