Se usa cuando alguien se mete una farra tan brava que al otro día amanece con un guayabo monumental, de esos que uno jura que no vuelve a tomar. Es como decir que se ganó la resaca a punta de trago y desorden. Y aceptémoslo, a veces hasta da risa contarlo después.

"Parce, el sábado me disparé un guayabo tan berraco que ni para ir por una empanada en la esquina me daban las piernas."

Tu cesta: 0,00 € (0 productos)
Imagen del producto

Tu Carrito de Magia

Tu carrito está vacío. ¡Adopta un Magikito!