Se usa para decir que alguien habla sin parar, dale que te pego, como si tuviera la lengua en modo molinillo todo el rato. Suele decirse con cariño, pero también cuando ya estás un poco saturado de tanta chapa. Es muy castiza, de esas que te imaginas oyendo en un bar con servilletas por el suelo.
"Tía, ayer quedé con Javi para un café rápido y el nota no paró de darle al molinillo, salí del bar con la cabeza como un bombo."