Se usa cuando alguien confía demasiado, con la típica soltura cruceña, como diciendo que todo va a salir bien porque sí, sin pensarlo mucho. Es esa fe medio inocente medio irresponsable que a veces sale bien y a veces termina en desastre. Y hay que admitir que tiene su encanto cuando no explota en la cara.

"Yo confié como camba y dejé la moto afuera del boliche con las llaves puestas, volví a las tres de la mañana y seguía ahí, pero con medio barrio sentado encima sacándose selfies."

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