Expresión bien fueguina para hablar de ese andar tambaleante, con las piernas medio abiertas y el cuerpo ladeándose, como pingüino en plena ventisca. Se usa cuando vas mareado por el viento patagónico, por el hielo traicionero o porque te pasaste con el vino. Es gráfica, graciosa y cualquiera que haya estado ahí la entiende al toque.
"Entre el viento que casi me vuela, el hielo en la vereda y el vino que me bajé, venía caminando a la pingüina por la costanera, parecía extra de documental de National Geographic."