Se usa cuando alguien está tristón, apagado y con la moral por los suelos porque algo le ha salido rana, le han dado calabazas o la vida le ha pegado un pequeño revolcón. No es drama máximo, pero sí ese bajón tonto que se te nota en la cara a la legua, como de perro mojado en día de lluvia.
"Desde que el Betis palmó en el último minuto, el Paco anda agüitao perdido, ni la tapa de ensaladilla rusa ni dos cañas bien frías le levantan el ánimo."