En Risaralda se usa para hablar de alguien que jode la paciencia a otro, como si supiera exactamente qué botones apretar para sacarlo de quicio. Es esa persona que insiste, insiste y vuelve a insistir hasta que uno explota. No siempre es con mala intención, pero igual dan ganas de mandarlo a freír arepas, la verdad.
"Parce, deje de tocarme los hilos con esa cantaleta del ex, que ya me la sé de memoria y estoy a nada de irme del parche."