Se usa cuando alguien se apunta a la ronda de carajillos en la sobremesa, normalmente después de un buen homenaje de comida. No es solo el café con licor, es la excusa perfecta para alargar la charla, soltar chascarrillos y arreglar el mundo a base de traguitos. Y oye, tiene su encanto ese momento de gloria cafetera.
"Estábamos con el vino de Rioja y el chupito, han sacado los carajillos y mi tío, que decía que no bebía más, al final se ha sumado al carajillo y se ha quedado rajando hasta que han cerrado el bar del pueblo"