Se usa para decir que hay que animar algo que está medio muerto, como una fiesta apagada, una conversación sosa o hasta una relación que va en piloto automático. Es meterle sabor, locura y buena vibra a la cosa, como cuando agarras un sancocho tristón y le echas ají, limón y todo lo que pillas. Básicamente es negarse a pasarla aburrido.
"Chamo, esta rumba está más muerta que el ferry un lunes, vamos a ponerle picante, sacamos los tambores, compramos ron y armamos tremenda parranda en la playa"