Se usa para hablar de un niño o chavo joven, casi siempre inquieto, travieso y con la cabeza llena de arena y ocurrencias. Es como decir chamaco, pero con sabor a playa, solazo y barrio costeño. A veces suena cariñoso y a veces regaño disfrazado, según el tono. Y hay que admitir que la palabra tiene su encanto playero.
"Ese morrito se fue a pescar con los compas, regresó todo quemado, sin chanclas y diciendo que vio un tiburón más grande que la panga del tío Pancho"