Se usa para decir que alguien habla muchísimo, sin parar, como loro desatado que no se calla nunca. En Aysén aplica perfecto para esa persona que te agarra en la calle con frío y viento y te tiene pegado media hora escuchando historias, chismes y opiniones. A veces hace gracia, pero igual agota y uno termina buscando excusa para arrancar.
"Compadre, la Claudia habla como un loro, me tuvo pegado al teléfono con el cahuín del pueblo por dos horas y ni me dejó ir a apagar la estufa a leña."