Se usa para hablar de la empanada tan perfecta que te hace soltar un gloria a Dios sin pensarlo. Crujiente, bien rellena, sin exceso de grasa y con ese sabor que te reconcilia con la vida. No es cualquier empanada, es la gloryna, la que te arregla el día y hasta el mal humor.
"Marico, me comí una gloryna en la playa que casi lloro de la emoción, ya estaba listo pa' casarme con la señora del puesto."