Se usa cuando estás reventado, sin fuerza ni pa' pararte de la silla, como un fuelle viejo que ya no sopla ni una brisita. Es ese cansancio sabroso pero mortal después de una rumba larga, una jornada de trabajo brutal o un día de calor caraqueño que te deja pegado al piso. Y hay que admitir que suena bien dramático.

"Marico, después de esa rumba en Sabana Grande hasta que salió el sol, estoy fueyeado, ni pa' bajar a comprar empanadas tengo energía."

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