En Tucumán, bajonear es mandarse alta comilona cuando te agarra ese hambre asesino, casi siempre después de una noche de joda, birras y descontrol. No es comer tranqui, es atacar la comida con ganas, como si no hubieras visto un sánguche en años. Y la verdad, ese momento del bajón tiene su magia y todo.
"Salimos del boliche re detonados y con un bajón tremendo, así que caímos a la esquina a bajonear unas empanadas tucumanas y un sánguche de milanga bien cargado"