Significa ponerse en modo bravo, maleado o desafiante, como si de pronto te crecieras y te sintieras el más pendejo del barrio. Es esa actitud de sacar pecho, hablar fuerte y mirar feo, aunque por dentro estés temblando un poquito. En la calle se usa un montón y, bien usada, tiene hasta su gracia.
"Estábamos tranqui jugando pichanga y de la nada el flaco se achoró porque le cobraron falta, casi arma bronca por una jugada bien coja."