Hola. Soy Carmen, la humana que está detrás de todo este rollo de los Magikitos. Hoy te dejo cotillear mi taller, ese rinconcito donde nacen estos pequeños traviesos.
Prepárate, porque vas a descubrir que crear Magikitos no es solo porcelana fría y vellón. Es mucho más.
Un rincón de calma y creatividad
Mi taller no es grande ni súper profesional. No tengo una nave industrial ni maquinaria de última generación. ¿Y sabes qué? Me encanta así.
Es un espacio pequeño, con buena luz natural, música de fondo y mis herramientas básicas: las manos, porcelana fría, pinturas y mucho café. Aquí todo va despacio, sin prisa, como tiene que ir la artesanía de verdad.
Así se ve un día normal en el taller. Caos organizado y buen rollo.
Cuando entro al taller desconecto del mundo. Aquí no hay prisas, ni estrés, ni exigencias de productividad absurdas. Solo yo, mis manos y la calma de crear con cariño.
Los materiales que uso
A veces la gente piensa que para hacer artesanía necesitas mil materiales caros y raros. Pues no. Los Magikitos nacen de cosas sencillas.
Porcelana fría
Es como una plastilina que se endurece al aire. No necesitas horno, no es tóxica y se trabaja fenomenal. La uso para los duendes, las caritas, los cuerpecitos... Todo lo que ves de "duro" en un Magikito es porcelana fría.
Vellón de oveja
Para las Hadas uso lana pura de oveja sin hilar. Es suavísima, natural al 100% y se puede moldear con agua y jabón (aunque eso ya es otra historia). Es como trabajar con nubecitas.
Pinturas acrílicas
Para dar vida a las caritas, los detalles, las ropitas... Uso colores suaves, nada estridentes. Los Magikitos no van a la discoteca, van al bosque.
Musgo y elementos naturales
Y luego está el toque final: musgo real, ramitas, piedrecitas... Todo recogido de paseos por el monte. Porque un Magikito sin su toque de naturaleza no es un Magikito de verdad.
El musgo es amor. El musgo es vida. El musgo es magia.
El proceso paso a paso
¿Te apetece cotillear cómo hago un Magikito? Pues aquí va, sin secretos:
1. El boceto mental (o ninguno)
A veces tengo una idea clara: "Quiero un duende meditador". Otras veces me siento y dejo que las manos decidan. Suena raro pero funciona. Los mejores Magikitos nacen cuando no pienso demasiado.
2. Modelar el cuerpo
Empiezo con una bolita de porcelana fría y voy dándole forma. Cuerpecito, bracitos, piernitas... Todo a mano, sin moldes. Por eso nunca hay dos iguales.
3. La carita (mi parte favorita)
Aquí es donde el Magikito cobra personalidad. Los ojitos, la sonrisilla traviesa, las mejillitas... Cada cara me lleva su tiempo porque quiero que tengan alma.
4. Los detalles que marcan la diferencia
El gorro, la ropita, el musgo en la cabeza, una ramita en la mano... Los detalles lo son todo. Es lo que transforma un muñequito en un Magikito con historia.
5. Secar y esperar
Aquí viene la parte aburrida: esperar. La porcelana tarda unos días en secar del todo. No hay prisa. Mientras tanto ya estoy con el siguiente travieso.
La banda esperando a secarse. Siempre andan tramando algo.
Por qué cada uno es único
No uso moldes. No produzco en serie. No hay "Magikito número 47 del modelo X".
Cada uno lo hago a mano, con sus imperfecciones, su personalidad y su magia propia. Algunos salen con una sonrisa más pícara, otros con los ojos más cerrados (los dormilones, claro), otros con una postura más zen...
En un mundo de producción en masa eso es algo especial. Cuando adoptas un Magikito sabes que no hay otro igual en todo el planeta. Es tuyo y solo tuyo.
Lo que me inspira
¿De dónde saco las ideas? Pues de todo un poco:
- La naturaleza. Pasear por el monte, ver musgo, setas, babosas... Todo eso me llena de ideas.
- La gente. Observo personalidades, gestos, formas de ser. Luego las plasmo en los Magikitos.
- El momento. A veces estoy haciendo un duende "serio" y de repente me sale uno riéndose. Dejo que fluya.
- Vosotros. Cuando me contáis cómo vuestros Magikitos os hacen compañía me dais una energía increíble.
Yo y uno de mis compis de taller. Siempre vigilando lo que hago.
El final del proceso: Encontrar hogar
Cuando un Magikito está listo le echo un fotazo, lo subo a la tienda y cruzo los dedos para que encuentre a su humano perfecto.
Cuando alguien lo adopta siento una mezcla de alegría y nostalgia. Es como ver a un hijo irse de casa (pero sin drama, que los Magikitos vuelven al bosque de Taramundi cuando quieren).
Gracias por pasar por el taller y cotillear cómo trabajo. Si tienes cualquier pregunta ya sabes dónde encontrarme.
¿Te ha gustado?
Sigue explorando el mundo de los Magikitos y descubre más sobre estos traviesos amiguitos.